martes, 23 de octubre de 2018

Mis adopciones


A estas alturas de la vida muchos sabréis que estoy enamorada de mis tres mascotas: Gilmour, Kiri y Leia. Imposible no saberlo cuando me paso 24/7 avasallando las RRSS con fotos y memes de mis animalicos, la verdad. Lo que algunos no sabréis es que antes de estos bichines hubo un primero (primerísimo): Lila, mi perrita mil leches. La adoptamos (rescatamos, más bien) de un hogar en el que no la quisieron nunca; la maltrataban físicamente, la bañaban con la manguera a presión en el jardín (daba igual si hacía frío o no), le abrían la puerta trasera en época de petardos para que se "perdiera", no dejaban que entrara en la casa, etc. Era la perra del vecino de mi abuelo, así que la conocía bien. Cuando volvía del colegio jugaba con ella a través de la separación de los jardines. Vino a casa con 5 añitos. Al principio fue difícil lidiar con ella: no quería que la tocaran, no se sentía cómoda dentro de casa, estaba todo el día alerta, etc. Costó mucho esfuerzo y dedicación hacerle ver que nosotros la queríamos. La queríamos tal cual era y la queríamos para el resto de nuestras vidas. Ese perro huraño se acabó convirtiendo en el animal más leal, cariñoso y alegre del mundo. A veces no es fácil, sobre todo si se trata de animales adoptados de cierta edad que vienen de hogares disfuncionales, pero merece la pena. Estuvo con nosotros 10 años y, aunque tuvimos que despedirnos de forma repentina a causa de una problema inoperable, jamás la olvidaré. Ya hablé sobre esto en Twitter, pero vuelvo a repetirlo: no dejéis a vuestras mascotas solas en los momentos finales. Ellos lo saben y no quieren estar solos. A nadie le gusta ver a su mascota morir, pero os aseguro que a vuestras mascotas tampoco les gusta morir solas en una camilla fría. Todavía la recuerdo haciendo pis mientras hacía pipí (era muy fina, ella, no quería mancharse), correteando los fines de semana en la montaña o viniendo todos los días a hacerme fiestas cuando llegaba a casa. La sigo echado mucho, muchísimo de menos. Lila dejó un hueco que nadie, nunca, podrá remplazar.


Kiri vino mucho más tarde. Estaba cayendo cuesta abajo y sin frenos en una depresión de caballo y mi madre lo notaba, así que un día me dijo: "¿y si adoptas un gatate?" Y así fue, al día siguiente me planté en la protectora. De una camada de cinco solo quedó ella, una bolita gris escurridiza. Me dijeron que nadie quiso adoptarla porque no se dejaba tocar o coger. Me dije "ya está: es ella". Los de la protectora fueron reacios a dármela. "¿Estás segura?", "será mucho trabajo", "podemos conseguirte otros gatitos, si quieres". No, no quería; la quería a ella. Se ve que la encontraron acorralada entre dos perros (de hecho, tiene una pequeña cicatriz en la oreja izquierda), de ahí su carácter asustadizo. Fue difícil, pero nada que no hubiera hecho antes. Los de la protectora alucinaron, me dijeron que no parecía el mismo gato. Estuve todo el verano con ella, mimándola, jugando, haciéndole ver que no tenía nada que temer conmigo. A día de hoy sigue siendo asustadiza (no dejará que la toquéis ni que os acerquéis a ella), but I'm her momma. Me persigue allá a donde vaya, está todo el día maullándome para que le dé mimitos, se acurruca conmigo en la cama o en el sofá, me trae la pelota para que se la tire... Y no podría hacerme más feliz. Sin duda, es un gato especial, pero es mi gato especial. Estuvo conmigo en momentos muy complicados de mi vida, así que me gusta decir que es mi ansiolítico natural. El simple hecho de mirarla es suficiente para calmarme.


Gilmour (también conocido como Guillermo o Botijillo) apareció al verano siguiente, un poco de rebote. Llevamos a Kiri al veterinario y nos dijeron que tenían una camada de cuatro gatetes negros que nadie quería. Sacaron a Gilmour y me lo pusieron encima. Se quedó dormidito. "Me lo llevo", dije, y así fue. Pensé: "¿cómo es posible que a la gente no le gusten los gatos negros? ¿O LOS GATOS EN GENERAL?". Esa bolita de pelo dormilona resultó ser un gato kamikaze y destroyer al que le gustaba escalar por las cortinas y subirse al olivo (para después, obviamente, no saber bajar), pero no he conocido gato más cariñoso que él. Os juro que es un perro en el cuerpo de un gato. El cuerpo de un gato gordo, eso sí. Está todo el día dándote cabezazos para que le acaricies, le encanta jugar, amasarte y molestarte mientras cocinas. ¿Que cómo se tomó Kiri lo de tener un hermanito? Bueno, se quedó ronca de tanto gruñir, pero ahora no hay quién los separe (aunque, a veces, sobre todo a las tres de la madrugada, les da por hacer parkour mientras se persiguen o imitar a los de WWE). No he conocido gato como él. Le quiero con locura, a veces no sé qué haría sin él. Siempre está allí para sacarme una sonrisa con sus trastadas y sus tonterías.


Leia. ¿Qué puedo decir de ella? Pues que es la niña de mis ojos. Me cambió la vida completamente. También vino un poco de rebote, pero bueno, en esta familia las cosas las hacemos así: sin pensar mucho. Leia es una mezcla de yorkshire y pinscher miniatura (God help us all...). Ha cumplido ya los seis meses y sigue pesando menos de tres kilos, así que es totalmente portátil. La gente nos sigue preguntando si seguirá creciendo, y... No. Se va a quedar así: en modo pulga. Os estaréis preguntado si eso de que los perretes pequeños son más movidos que los grandes, supongo. La respuesta es sí, y mucho. Cuando Leia empezó a relacionarse con otros perros os aseguro que era un circo. Las razas grandes estaban tranquilas, quietas. ¿Ella? Saltándoles encima y haciéndoles fintas (tiene un arte tremendo para distraerte y robarte las cosas, os lo aseguro). Le gusta jugar con tapones de detergente, morderte los tobillos y buscar petróleo en la playa a base de hacer boquetes. 

Una amiga de la familia tuvo una camada de perrillos y mi madre pensó que adoptar a uno de ellos sería perfecto para Jordi y para mí de cara a cuando nos mudáramos al piso, así que decidí quedarme con Leia (nombre que le viene como anillo al dedo porque es una princess). ¿Por qué? No lo sé, era ella. Todos sus hermanos tenían manchas negras, pero ella no. Ella era completamente marrón. Supongo que me gustan los bichos que hacen contraste. Cuando se destetó de la madre me la trajeron a casa. Estaba durmiendo y me la pusieron al lado, a modo de sorpresa. Empezó a lamerme y a acurrucarse a mi lado y os aseguro que fue amor a primera vista. Es súper lista (demasiado) y cuando la miras a la carita no sabes si comérsela a besos o qué. Me ha roto más bragas de las que soy capaz de contar, algún que otro cargador y unos auriculares, pero se lo perdono todo (en serio, ¿habéis visto esa carita?). Me encanta llevármela a la montaña, dejarla suelta y ver cómo trota como un cervatillo. En casa la llamamos gacelilla (o Estrella de la Muerte, Darth Sidious) porque tiene las patas larguiruchas. No he visto perro como ella. Amor de madre, supongo. Cada vez se porta mejor y hace menos trastadas. Está más calmada y obediente y no puedo dejar de pensar que es perro de buena pasta. Eso sí, lo ha pillado todo. Los dineros que me he dejado en el veterinario podría haber ido en cervezas, pero mi niña es mi niña.

Nunca he tenido un animal de raza. La verdad es que me resulta completamente indiferente. Tampoco los he comprado. Desde aquí os digo: A D O P T A D. Os cambiará la vida. Todos los animales que he tenido han sido adoptados y os aseguro que merece la pena. Merece la pena para ellos y para vosotros. Las protectoras están desbordadas, cada día aparecen más animales (cachorros y mayores, maltratados o animales que necesitan cirugías). Si queréis y podéis, adoptad. El amor de un animal es incondicional y eterno.




16 comentarios

  1. Jo... Es taaaaan bonito... Cada palabra desprende amor por todas partes, una adoración bestial por tus pequeñines, y me has encantado :)
    Me recuerda mucho a cuando adoptamos a Otto, ironías de la vida, años después me he vuelto alérgica a los gatos, pero siempre que visito a mis padres no me puedo resistir a cogerlo en brazos. Tengo muy claro que es mejor adoptar, ellos te lo agradecen toda su vida.

    ¡¡Besos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay, yo tengo alergia a los ácaros y, por ende, un poco a los gatos (son mopitas con patas y el pelo retiene el polvo). El médico me recomendó "regalarlos", pero nanai. Aquí siguen y aquí seguirán, independientemente de si hacen que se me salga el cerebro por la nariz o no.

      Gracias por leerme <333

      Eliminar
  2. Es adorable ver cuanto los quieres a todos, desprendes amor. Yo sólo tengo una perrita y la adoro. Se llama Boo y tiene el handicap de que es epiléptica, llevamos un año con medicación y convulsiones. Se me parte el alma cada vez que tiene un ataque, la quiero muchísimo,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siento muchísimo lo de tu perra, de verdad. Te entiendo, en parte, porque los últimos momentos de Lila fueron muy duros (tenía un soplo en el corazón y una infección de boca), llegó un momento en el que no podía ni comer.

      Se les quiere tanto, tantísimo.

      Gracias por pasarte por aquí, cuqui <33

      Eliminar
  3. Madre mía, ¡me muero de amor!
    Me encantan las personas a las que no les importa la dificultad del proceso de adaptación cuando adoptan animalitos. Lamentablemente, cada día hay más animales en adopción y se me rompe el corazón.

    En mi casa siempre hemos tenido animales y todos y cada uno de ellos han sido adoptados, y de verdad que tienes toda la razón del mundo cuando dices que al final te lo agradecen muchísimo. Es increíble, de verdad que sí.

    Me ha gustado mucho tu entrada y me gusta mucho tu blog. Ya te he agregado a Feedly para no perderme nada.

    abrazos gordos ♥

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo es que me lanzo a la piscina sin pensármelo demasiado, así a machete. He preferido quedarme con los animales "con dificultades" porque, tal y como me dijeron las protectoras, son los que al final no quiere nade. Cómo lo agradecen no tiene precio, de verdad.

      Gracias por leerme y por agregarme a Feedly. Same por aquí!

      Un súper abrazo <33

      Eliminar
  4. Awww, qué entrada más tierna y bonita 💛

    Mi psicóloga me dijo que tener una mascota ayuda mucho en la recuperación de la depresión; supongo que dependerá de cada caso y persona y situación particular... Pero me he sentido reflejada en esa parte. Espero que recibieras también ayuda profesional y estés bien -o al menos mejor- 💛

    Transmites muchísimo amor en esta entrada, ha sido una gozada leerte de verdad 💛. Yo ahora estoy en Edimburgo y para tres meses no voy a adoptar, y allí aún vivo con mis padres donde están totalmente prohibidos los animales... Así que cuando me independicé por supuesto que adoptaré. Es algo que siempre he tenido clarísimo; pero más claro tengo aún que si no voy a poder dedicarles el amor y el tiempo que se merecen no voy a adoptar tampoco.

    ¡Un abrazote!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Depende de cada persona, claro, pero en mi caso fue un milagro. Ella siempre ha tenido ese efecto "ansiolítico" sobre mí y me ha ayudado en momentos durísimos. La compañía que me brinda no ha conseguido dármela nadie más. Te entiendo en lo de estar fuera de casa: yo me mudo a finales de año y no podré llevarme a los gatos. Lo llevo fatal, pero sé que estarán mejor en casa de mis padres. Es su hogar y les evitaré disgustos. Además, podré ir a verles siempre que quiera, aunque no sea lo mismo.

      Gracias por leerme, de verdad. Un abrazote <333

      Eliminar
  5. ¡Qué entrada más bonita! Jo, me ha hecho pensar muchísimo en Linda cuando has hablado de Lila. Duele mucho pero hay que estar ahí, en la despedida. Es importantísimo estar hasta el último respiro y, pese a lo difícil que fue (y de pensar muchas veces "llegado el momento no seré capaz") me nació de una manera muy natural quedarme a su lado aunque su cuerpo ya estuviese frío. Hablas con mucho amor de todos ellos y me hace muy feliz saber que te tienen. ¡Eres una madre excepcional! Disfrútalos muchísimo. ¡Un beso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me encanta tenerte por aquí, jo. Cuando leí tu entrada de Ficus me sentí tan, pero tan identificada con la parte de Linda... Prácticamente me eché a llorar. Se les echa tanto, pero tantísimo de menos... Dejan una ausencia imposible de remplazar.

      Gracias por darme todo el feedback que me das siempre. ¡Un abrazote! <333

      Eliminar
  6. Son tan cuquitos todos <3 se nota mucho mucho amor en esta entrada, supongo que es inevitable quererlos casi como una madre.

    Mis gatos son todos adoptados y creo que las gatas - que fueron rescatadas directamente de la calle, sin pasar por protectora ni nada - son las que lo agradecen más. Creo que los animales se dan cuenta perfectamente de lo que hacemos por ellos y lo agradecen.

    (escribo esto con una bolita peluda en la pierna, ais)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay, todo el mundo me ha dicho que desprendo amorsete con esta entrada y estoy living <33 Les quiero tanto. Ojalá no me falten nunca. Me encanta leer vuestras experiencias con mascotas adoptadas. Es precioso y lo agradecen TANTO siempre.

      Gracias por pasarte a leer y a comentar, de verdad. Un súper abrazo <33

      Eliminar
  7. ¡Hola!
    Me ha encantando la entrada, tus compañeros peludos son una ricura y supercuquis.
    Yo tengo uno de raza que me compraron cuando era más pequeña y no era muy consciente de lo que hacía comprándolo. Ahora tengo una perra y un gato adoptados (o más bien recogidos de la calle) y son unos animales muy cariñosos y dulces (al igual que mi otro perro que ya está bastante mayor).
    En lo referente a no dejarlos solos cuando llega el final de su vida... Se lo llevó repitiendo a todo el mundo años porque me parece importante decir que tu amigo peludo estará nervioso por no verte y lo mínimo que puedes hacer es quedarte a su lado y acariciarlo. Por suerte, cada vez hay más concienciación sobre esto gracias a los veterinarios y sus RRSS.
    Un abrazo y espero que tu familia de cuatro patas esté bien calentita en estos días de frío ��

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No importa si son de raza o no: importa que son animalitos que merecen un hogar. Vengan de donde vengan <33 Intento concienciar mucho sobre lo de no dejarlos solos en sus últimos momento porque ellos son conscientes de lo que está pasando (no son tontos) y estar solos en una situación semejante les hace sentir abandonados.

      Gracias por pasarte por aquí, jo. Hablar sobre animalicos siempre me alegra el día... ¡Un abrazo enorme!

      Eliminar
  8. Ay, qué entrada más bonica ❤ A mí mis peques me han rescatado de pozos a los que nadie era capaz de llegar, y me parece alucinante que a estas alturas aún haya médicos que recomienden regalar al animal. A ver si abandonaban ellos a sus hijos en un orfanato a la primera de cambio. En fin.

    ¡Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un animal puede ser un ansiolítico brutal (aunque suene mal). Están en las buenas y en las malas, les es indiferente. Ellos te quieren de forma incondicional. Me pasa como a ti: mis bichos han conseguido calmarme en momentos en los que nadie lo había conseguido antes.

      Muchas gracias por pasarte por aquí, de verdad. Un súper abrazo <33

      Eliminar

© sleepysaurio
Maira Gall